El dolor es como las olas del mar
Hace algunos meses la vida me sacudió, tanto más fuerte que las olas del mar en la playa.
Nunca lo había pensado así: la vida es como flotar en el mar; tiene mareas altas, pero también tiene ratos de calma y paz. Puedes flotar y cerrar los ojos para que no te peguen los del sol.
En el mar todo es tranquilidad mientras sientes cómo el ligero movimiento del mar mueve tu cuerpo, cuerpo que es ligero como una pluma, diminuto y frágil entre tanta inmensidad.
Mientras flotas en el agua, le perteneces al mar; eres parte de todo lo que le rodea e incluso de lo que está entre sus profundidades. Si se asoman inmensas olas, altas, ‘picadas’ como dice mi papá, solo te queda más dejarte llevar y flotar en la parte más alta.
Si ya no puedes escapar y te toca arrastrado por sus olas, sentirás cómo el mar te sacude. Tu vida estará en peligro por unos cuantos segundos. Serás del mar y él decidirá qué hará contigo. Podrías ahogarte o golpearte con una piedra, como le ha ocurrido a mucha gente.
La gente se asusta cuando le pasa esto; salen desorientados, gritando, con la respiración agitada y las palabras entrecortadas.
Yo nunca le he tenido miedo al mar, solo respeto. Creo que tengo más miedo a los giros inesperados del destino y las sorpresas de la vida, porque estas no siempre son placenteras. A mucha gente no le gustan las sorpresas.
Si el mar te sacude, por lo menos sabes que tienes la probabilidad de salir ileso, pero cuando la vida te sorprende de esa forma tan brutal e inesperada, sabes que te dejará algún tipo de herida.
Nadie te dice cómo curar la herida que deja un corazón roto o la llaga que deja una terrible decepción. Yo ya no sé si realmente duele más el perder un amor que perder un amigo, el descubrir una mentira y una traición, o descubrir quién fue la persona que te enterró el puñal.
Tener un accidente en auto, sufrir un robo, perder dinero o tener que hacer un gasto inesperado son dolencias para las que nadie te prepara. Duelen más cuando tienes que utilizar lo que ya tenías ahorrado para otros planes y darle cierre a una situación.
La vida no pide permiso para sacudirte, pero por lo menos el mar avisa; si la marea está alta, te prohibirán meterte al mar. Si una ola inmensa viene hacia ti, puedes hundirte o quedarte en la parte alta, pero la vida no, no te ofrece la opción de escapar.
Lo único que puede salvarnos de los giros inesperados de la vida es la intuición o las famosas ‘red flags’. Si las banderas rojas se están ondeando sin parar, es señal de alerta; uno sabe si seguir o no, pero ¿estamos preparados para hacerles caso?
A mí la vida me sacudió, me dio un golpe fuerte e inesperado. Creo que no estaba preparado. No lo vi venir, pero ¿cuántos estamos conscientes, cuántos estamos en estado de alerta? A veces solo existimos, vivimos al día y fluimos.
Estos meses me han servido para resurgir y enfocarme. Comprendí que algunas cosas tenían que morir para que llegaran otras. Hoy agradezco a esa ola de mar que al azotarme me arrojó a la orilla donde estoy hoy.
Me encantaría fluir como el mar, flotar mientras siento la frescura del agua en mi espalda. Sé que esto no es posible, es temporal como un viaje a la playa.
Tarde o temprano vendrá una inmensa ola a sacudirme con la opción de hundirme con ella o quedarme en el punto más alto para verla morir al llegar a la orilla.
El dolor es temporal, viene y va como las olas del mar.
👀 Mis viajes a la playa:
Hace algunos años visité Puerto Escondido y Playa del Carmen. Grabé algunos vídeos y los recopilé como una especie de “videodiario” para mi canal de YouTube.
▪️ Mi viaje a Puerto Escondido, Oaxaca (ver vídeo)
▪️ Mi viaje a Playa del Carmen (ver el vídeo)
▪️ En este segundo viaje a Playa del Carmen también visité Tulúm y me inspiré para escribir poesía (ver el vídeo).